EL DESAFIÓ DE INVESTIGAR OTROS MUNDOS: NUEVAS REVELACIONES SOBRE LA MISTERIOSA ESFINGE FOTOGRAFIADA EN EL PLANETA ROJO.
En Cydonia, cerca del polo Norte de Marte, está la extraña cara. Muy cerca, un grupo de estructuras piramidales forman una misteriosa ciudad. La NASA dice que se trata de ilusiones ópticas. Un grupo de investigadores sostiene que la “esfinge” es obra de seres inteligentes. Las cámaras de la Mars Observer, que llegará a Marte en agosto de 1993, mostrarán la verdad. Pero el enigma seguira en pie: ¿quienes fueron los constructores de Cydonia?
Una cara en Marte. La sola mención de la existencia de esa faz humanoide sobre la superficie de un planeta vinculado desde antiguo a la muerte y la destrucción -Marte era el dios romano de la guerra provoca un estremecimiento. ¿Cómo, por qué, cuándo, para qué…? Las preguntas sin respuesta se amontonan y el misterio nos envuelve en un vértigo de años luz, galaxias remotas, civilizaciones ultra desarrolladas, seres fantásticos, estrellas moribundas y soles en explosión.
No adivinaron la presencia de la cara ni Julio Verne ni H. G. Wells, no la soñó Arthur Clarke ni la imaginó George Lucas. Pero allí está, en medio del reseco desierto marciano. La cara. La esfinge. Y no está sola. Porque después de años de estudiar las fotos de la misión Viking desde todos los ángulos posibles, varios investigadores norteamericanos sostienen que la cara es parte de un grupo de grandes monumentos, ubicados en la planicie de Cydonia, cercana al polo norte de Marte.
Como una intrincada red de encaje, extensas líneas envolvían el planeta rojo. Y los astrónomos no atinaban con la respuesta al enigma. Pero, hacia 1880, el italiano Giovanni Schiaparelli -quien se había dedicado a dar nombres a las regiones de Marte inspirándose en la toponimia del Mediterráneo- las bautizó con el término canali, queriendo referirse a cañones o hendeduras en el terreno. Sin embargo, la palabra canale fue erróneamente traducida al inglés como canal, un término que en ese idioma nombra sólo a las vías de agua construidas por el hombre (a diferencia de channel, que se refiere a los accidentes geográficos).
Desde entonces, todo el mundo creyó que el planeta rojo estaba surcado por anchas y profundas canalizaciones artificiales. Y que esas inmensas acequias habían sido excavadas por unos civilizados marcianos de ojos saltones, trompa y antenitas, altamente tecnificados y hasta capaces de iniciar la más temible guerra de los mundos. Muchos años después, las naves Mariner vinieron a demostrar que los presuntos “canales” no habían sido otra cosa que una equivocación de los astrónomos.
Nada más que una ilusión óptica. Y a esa misma explicación acudió Gerald Soffen, jefe científico del proyecto Viking, cuando el 25 de julio de 1976 la sonda de la NASA que sobrevolaba Marte envió una extraña fotografía: una cara, simiesca para algunos, humanoide para otros, que fue mostrada a los numerosos periodistas presentes esa tarde de domingo en el Jet Propulsion Laboratory.
Según narra Richard Hoagland, en ese entonces cronista de la revista American Way, Soffen comentó: “¿No les parecen notables las jugarretas que pueden hacernos las luces y las sombras?” y agregó: “Cuando sacamos otra foto, más tarde, la luz había cambiado y ya no se veía más una cara“. No se habló más del asunto. La foto, clasificada con el número 35A72, fue a parar al archivo junto a miles de otras imágenes enviadas a la Tierra por las Viking. El proyecto Vikingos naves enviadas en 1975 por la NASA- fue diseñado especialmente para buscar señales de vida en Marte.
Entre los datos conseguidos por las anteriores sondas Mariner no había ninguna evidencia que pudiera hacer pensar que en Marte había alguna clase de vida superior (pues unas pirámides que Carl Sagan estudió en las fotos de Mariner 9 fueron consideradas formaciones naturales). Y los científicos, por lo tanto, se dedicaron a buscar sólo formas biológicas inferiores y sustancias químicas que pudiesen dar origen a seres vivos. Por lo tanto, cuando en la foto 35A72 apareció una cara, a nadie se le ocurrió que pudiese tratarse de un monumento. Un monumento no es posible sin un constructor inteligente. De no ser por una casualidad, la cara de Marte hubiese quedado archivada para siempre entre otros miles de imágenes de la misión Viking.
LOS EXTRAÑOS MONUMENTOS DE CYDONIA
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La región de Marte que Giovanni Schiaparelli, un astrónomo del siglo XIX, bautizó con el nombre de la pequeña ciudad de Cydonia, en la isla griega de Creta, fue fotografiada por la sonda Viking 1 en 1976. Casi diez años después, Richard Hoagland (en la foto) realizó una serie de complejos cálculos, para demostrar que la cara o esfinge (arriba, derecha) y el resto de las formas que la acompañan no son estructuras naturales sino construcciones de seres inteligentes, cálculos confirmados más tarde por Erol Torun y Mark Carlotto.
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La cara o esfinge de Marte mide alrededor de un kilómetro de alto, mientras que el conjunto de estructuras se extiende sobre una superficie que mide alrededor de 400 kilómetros cuadrados. Hoagland también encuentra peculiares semejanzas entre las pirámides y la esfinge de Cydonia con las pirámides y la esfinge de Gizeh, en Egipto. Asimismo, aunque rechaza por infundadas las elucubraciones de Erich von Daniken, Hoagland sostiene la hipótesis de que ambos grupos de monumentos, los terrestres y los marcianos, pudieron haber sido construidos por una civilización proveniente de las estrellas.
UN ENGAÑO DE LOS SENTIDOS
- Carl Sagan, quien fue uno de los primeros científicos en interesarse acerca de la posibilidad efectiva de hallar vida inteligente fuera de la Tierra, niega que la cara de Marte sea artificial. Ya en su célebre serie Cosmos, Sagan mostró las pirámides fotografiadas por Mariner 9, pero siempre sostuvo que eran formas naturales. Y actualmente es uno de los mayores críticos de la “Investigación Independiente de Marte“.
El argumento principal de los detractores de la posible existencia de una antigua civilización marciana es que las fotos de la NASA son consecuencia de una “jugarreta de luces y sombras” y que la cara es una “ilusión óptica un engaño de “los sentidos. Asimismo, el sesgo que dio Richard Hoagland a la investigación recibe múltiples críticas. En particular, su insistencia en vincular los presuntos monumentos de Cydonia con las pirámides egipcias de Gizeh o los megalitos de Stonehenge merece el descrédito por parte de escépticos como Kenneth Feder, autor de Fraudes, mitos y misterios.
La mayor objeción es ésta: si es posible explicar las técnicas de construcción de los monumentos antiguos de la Tierra, ¿por qué recurrir a presuntos visitantes extraterrestres, de cuya existencia no hay ninguna prueba? Un argumento también aplicable al caso de Marte, pues Hoagland sostiene que los constructores de Cydonia no eran marcianos. “Una vez más -dice Sagan-, reaparece la idea de que todo lo que no se puede explicar se atribuye a visitantes del más allá y así, sucesivamente, en una historia sin fin.”
LA ESFINGE Y LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO
Construidas por los faraones Keops, Kefrén y Micerino, las grandes pirámides se alzan en la planicie de Gizeh, cerca de la capital egipcia. Aunquelos arqueólogos sostienen que si bien su construcción es motivo de asombroso respeto por la capacidad técnica puesta en juego por los arquitectos y artesanos egipcios, no hay ningún misterio a su alrededor. Por lo contrario, algunos escritores, y entre los cuales Erich von Daniken y Richard Hoagland, proponen que ni la esfinge ni las pirámides son obra de hombres sino de seres extraterrestres, los mismos que habrían construido las estructuras fotografiadas en Marte. El egiptólogo Robert Schoch estudió la esfinge de Gizeh y sostuvo que ésta tiene 7 mil años de antigüedad, en vez de los 5 mil que le atribuyen los arqueólogos.
El argumento de Schoch fue utilizado por Hoagland para proponer una antigüedad dos veces mayor de la esfinge terrestre. Si fuese así, no pudo haber sido levantada por seres humanos, ya que hace 20 mil años todavía no se había desarrollado la cultura egipcia ni tampoco ninguna de las demás civilizaciones antiguas.
EL PADRINO DE LA ESFINGE MARCIANA
En 1965, cuando tenía 19 años, Richard Hoagland tuvo su primer trabajo como curador del Museo de Ciencia de la ciudad norteamericana de Springfield. Un año después fue convocado por la cadena NBC para narrar el alunizaje de la nave Surveyor 1 y posteriormente fue asesor del periodista Walter Cronkite para temas espaciales. En 1971 hizo su mayor aporte a la exploración del espacio: junto con Eric Burgess propuso a Carl Sagan que enviara un mensaje destinado a posibles civilizaciones extraterrestres a bordo de las naves Pioneer. Ese mismo año, fue el autor de una idea que llevó a cabo el astronauta David Scott en la nave Apolo 15: dejar caer un martillo y una pluma para repetir el célebre experimento de Galileo en un medio sin gravedad. Posteriormente trabajó como coordinador de proyectos espaciales en el Planetario de Nueva York y como divulgador en el Centro Espacial Goddard de la NASA.
Richard Hoagland, convencido. Cuando los Estados Unidos preparaban el programa de los transbordadores, Hoagland fue uno de los campeones de la campaña para convencer al presidente Gerald Ford de que se bautizara Enterprise al prototipo, tal como se llamaba la nave del programa de televisión Viaje a las estrellas. En 1981, Hoagland abandonó todo lo que hacía hasta entonces. Desde el momento en que vio la foto 35A72 de la NASA, el enigma de la esfinge de Marte se convirtió en el eje de su vida y de sus sueños. Su gran capacidad de trabajo y su inventiva se volcaron a desvelar el misterio de Cydonia.
PAISAJES ENIGMÁTICOS
Hace años atrás, las sondas Viking arribaron a Marte y fotografiaron áridos paisajes. Pero había algo más: la esfinge y las pirámides de Cydonia. Quizás, en épocas remotísimas, seres provenientes de las estrellas llegaron al planeta rojo para dejar esas enigmáticas señales.